N a m i b i a

 

Marzo 2012

Namibia son básicamente carreteras continuas hasta el horizonte, las cuales puedes ver porque no hay grandes montañas, ni demasiada vegetación, ni otros obstáculos que te lo impidan, ni siquiera muchos seres vivos que se crucen por delante. Estas carreteras recorren el gran desierto que es este país. Desierto a veces de piedras, otras de arena, y hasta de arbustos. Según avanzas la carretera va cambiando su color, al igual que el paisaje, negro asfalto, fina tierra roja, grava amarilla, limo blanco, y hasta verde musgo………. Dicho así puede parecer que es un aburrimiento, coche, carretera, paisaje, ni tan siquiera un poco de música, solo el aire entrando por las ventanillas y todas esas increíbles vistas………tal vez lo sea si fuera para mucho tiempo, pero no para tan solo 25 días de reconocimiento. En este tiempo consigues que el culo se te quede cuadrado y la barriga se redondee un poco, por las horas de coche, la poca actividad y las dosis de cerveza, pero estar a solas por estas carreteras durante días, únicamente con la compañía de la interminable e inhóspita naturaleza, no es aburrido, es genial.
Paras en mitad de la carretera cuando ves algo que te llama la atención, acampas en mitad de la nada, te duchas, recargas baterías o llenas el depósito, en cualquier pequeño núcleo urbano por el que pasas. Lo demás, poca cosa, lo llevas siempre puesto, literalmente en cualquier parte del vehículo………ideal para viajeros que quieren salirse de lo normal.
Parece, pero no, no viaje sola por Namibia, aunque se puede hacer, bastan dos cosas, dinero y conocimientos de mecánica. Tuve la gran suerte de acoplarme a un trió, José, Alicia y Riqui, Namibia es increíble, y ellos forman parte de ella para mi.
Con ellos alquile un 4×4 con todo el equipamiento incluido. Fuimos hasta el sur, frontera con Sudáfrica, para ver el cañón del rio fish. Subimos hasta el desierto de Namibia donde tuvimos la tan buena suerte de quedarnos encallados con el coche en mitad de desierto y nos vimos obligados a pasar la noche entre dunas, saltándonos todas las normas del parque nacional. Llegamos al frio y neblinoso atlántico, donde de repente pasamos del caluroso verano al frio otoño. Recorrimos la solitaria skeletor coast hasta llegar al norte donde de repente apareció la vida, en forma humana, animal y vegetal: los Himbas, el parque natural de Ethosa y la franja de Caprivi con el Okavango.
Nunca había viajado antes por ningún lugar parecido ni de esa manera. Y me encanto.